UMUVA te propone un viaje para soñar, ¿vienes?…

En aquel año, en Alemania, el 29 de enero, Karl Benz patentaba el primer automóvil impulsado por un motor de combustión interna, apenas unos meses después de los carnavales de aquel año se llevaba a cabo la última de las exposiciones impresionistas en Paris, en octubre, Nueva York, inauguraba, en la conmemoración de su centenario de la independecia, hecha estatua, su regalo francés de Libertad y en España, Emilia Pardo Bazán «pintaría» en sus Pazos de Ulloa la decadencia del mundo rural gallego y la aristocracia.

1886 veía morir a Franz Liszt, pero también nacer en el Palacio Real de Madrid a Alfonso XIII , en el norte de Londres al Arsenal Football Club y en una pequeña farmacia de Atlanta, John Pemberton vendía, por la cantidad de 2.300 dólares, una afortunada mezcla de hojas de cocoa y semillas de cola, remedio de dolores de cabeza y mitigador de las náuseas y la sed que Frank Robinson bautizaría luego con el nombre de Coca-Cola.

Pero paremos ahora nuestro viaje por 1886 en un día como hoy a esta misma hora en un pequeño pueblo de Austria y encontraremos al compositor Camille Saint-Saëns sentado en un escritorio

El Carnaval de los animales

inmerso en un “pequeño” y desordenado montón de papel pautado, con los dedos manchados de tinta y la barba y el cabello enmarañados fruto de las horas de concentración en unos papeles que en su bicromía de blancos y negros se esconde en realidad todo un mundo de fantasía, colores y humor que parece solo ver él.

Camille, lejos de el caos de esa desordenada mesa y esa incomoda silla, está ahora en un divertido y confortable lugar imaginario: Leones, gallos y gallinas, asnos, tortugas, elefantes, canguros, cucos, cisnes, fósiles, acuarios e incluso los «torpes» y prematuros estudiantes de piano…A pesar de su disparidad, todos estos personajes se han dado cita en un peculiar desfile del que Saint-Saëns es su invitado de honor y papel y tinta son sus únicas herramientas para captar, cómo esos turistas ávidos de millones de recuerdos de su maravilloso viaje, toda esa fiesta de colores y sonidos para invitarnos luego a revivirla y ¿Quién sabe? , pescar quizás en su Aquarium una sardina que enterrar éste miercoles…¡Bienvenido al Carnaval de los Animales!